EN LA MISMA LÍNEA:
RESTAURAR LA VIGENCIA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1979
Han transcurrido 15 años de destruida la democracia, cuando un nefasto 5 de abril de 1992 el gobierno de entonces, irrumpió la institucionalidad jurídica del país. Era el inicio de un gobierno cleptocrático, dirigido por el triunvirato Fujimori-Montesinos-Hermosa Ríos, cuyo fin no era como dicen, la derrota a la subversión y el desarrollo del país, sino el asalto al Estado para rematarlo a sus “amigos”, el maltrato a la población y la tenaz persecución de sus dirigentes. El tiempo confirmó que la brega democrática no fue en vano y hoy vemos al dictador caído y sin venganza esperamos un debido juzgamiento. Retomemos la línea democrática, reinvidicada ya en sus derechos a la mayoría de los afectados por la dictadura fujimontecinista, nos queda aun concretizar el mayor deber, que es restaurar la vigencia de la Constitución de 1979.
I
El entrampe surgió desde el inicio de la dictadura, sus agoreros no sabían como deshacerse de la Constitución de 1979 y su artículo 307°. Era imposible alcanzar sus perversos planes manteniendo en vigencia dicha Carta. Maquinaron su Congreso Constituyente Democrático (CCD) para emitir una “nueva constitución” y brindarle seudo legalidad a la dictadura. Como era previsible todo el proceso electoral de elección de los cecedistas y el referéndum de aprobación de la constitución fue manipulado desde las oficinas del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional).
En el referéndum, los ciudadanos que supuestamente votaron por el “SI” (aprobando la “constitución”) fueron 3’895,763 electores, equivalente al 47% de los sufragantes y solo al 33.8% del universo electoral. Esto demuestra que el “SI” jamás alcanzo el 50% de respaldo de la población y el JNE (Jurado Nacional de Elecciones) nunca legitimo el triunfo del “SI”.
La oposición logro abrirse espacios para confrontar con la dictadura. Desde la sociedad civil, los militares institucionalistas y los partidos políticos confrontaron, tanto en la calle como en las urnas la vuelta a la democracia y al régimen constitucional.
El gobierno de transición dirigido por el Dr. Valentín Paniagua, conformó una Comisión de Estudio de las Bases de la Reforma Constitucional, quienes concordaron que el texto base para formular las reformas sería la Constitución de 1979.
El gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006), sin una propuesta clara y un compromiso real con la democracia, rehuyó el tema y traslado al congreso su discusión. En el parlamento, se encontraban 3 iniciativas legislativas, solicitando el restablecimiento de la carta de 1979. El partido oficialista con algunos infiltrados en sus filas, claudicó su misión histórica, empeñándose solo a reformar la “constitución” del dictador.
Emitieron la Ley 27600, atribuyéndose facultades constituyentes con la reforma integral de la “constitución” y suprimen la firma de Fujimori, consiguiendo con este acto su despromulgación.
El Foro Democrático, desde la sociedad civil presenta la iniciativa legislativa: “Por el restablecimiento de la vigencia de la Constitución Política de 1979”. El colegio de abogados del Cuzco, recurre al Tribunal Constitucional y plantea la demanda de inconstitucionalidad de la Ley 27600, y otros abogan por una asamblea constituyente. Ante el repudio de la población, los congresistas deciden suspender el debate de reforma de la constitución, que huérfanos de apoyo popular lo estaban llevando a cabo.
El doctor Alberto Borea Odría y mas de 5,000 ciudadanos, plantean la acción de inconstitucionalidad de la “constitución” de 1993, pero el Tribunal Constitucional en una sentencia timorata, declaran improcedente el pedido.
En las elecciones del 2006 las dos agrupaciones que disputaron la presidencia, plantearon eliminar la “constitución” fujimontecinista de 1993, uno a través de una asamblea constituyente y el otro restableciendo la vigencia de la constitución de 1979. Han transcurrido más de un año de su gestión y aun no deciden cumplir su promesa y devolverle dignidad a la patria.
II
La constitución como suprema ley de la nación, debe significar un mayor interés de la población y de nuestras autoridades una decisión firme para acabar con la estructura legal heredado de la dictadura. No podemos aceptar vivir bajo la sombra de la autocrática, mas aun conociendo y repudiando la inmundicia de su gobierno y que fue justamente la “constitución” de 1993 lo que permitió y convalido sus atrocidades. La democracia es radical y no hay cabida para indecisiones, debemos recuperar la dignidad y dejar un mensaje positivo para las nuevas generaciones.
Es el tercer gobierno democrático que estamos viviendo y aun seguimos discutiendo sobre la problemática constitucional. Los más reputados constitucionalistas concuerdan y expusieron varias alternativas para despercudirnos de la constitución fujimontecinista. No es posible continuar perdiendo el tiempo y desalentando a los demócratas por la indecisión de nuestros políticos, estamos a tiempo de rectificar y construir la democracia con bases sólidas.
En el tiempo transcurrido se debatieron diversas alternativas, como el de la convocatoria a una Asamblea Constituyente y el retorno a la Constitución de 1979. La asamblea constituyente, no es conveniente por la inestabilidad que generaría en el país y que aun no estamos viviendo un momento constituyente. El país necesita recuperar el tiempo perdido y no es conveniente malgastar recursos humanos y económicos en una aventura del que no estamos seguros nazca algo superior para nuestra patria.
Restaurar la Constitución de 1979, es la reivindicación legítima a la lucha del pueblo y sobre todo revalorar el mensaje imperecedero de sus fundadores. Se afirmó hasta la saciedad que era la constitución con mayor legitimidad de nuestra historia y la mejor elaborada, que incluso sirvió como modelo en la formulación de otras constituciones del orbe.
Además, para darle mayor estabilidad a nuestra patria no debemos caer en el juego perverso que retrazo nuestra historia, de cambiar constituciones al capricho de cada gobernante de turno. Cambiemos de actitud y forjemos una ciudadanía responsable que respete a las instituciones y las reglas de la democracia.
III
No nos desalientan ni mellan nuestra fe de ver en nuestra patria, al fin libre del engranaje legal de la dictadura. Sigue latente nuestra esperanza de construir y consolidar nuestra democracia sobre bases firmes y no simples remedos o maquillajes, que como el sepulcro estará pintadito por fuera pero por dentro seguirá la inmundicia y podredumbre que representa la constitución del sátrapa. Si buscamos una transformación real y digna, cambiemos la constitución del fraude, la manipulación y de la fuerza.
Nuestro deber imperativo, esta plasmado en el pétreo artículo 307° de la Constitución de 1979, donde señala: “Esta Constitución no pierde su vigencia ni deja de observarse por acto de fuerza o cuando fuere derogado por cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone. En esta eventualidad todo ciudadano investido o no de autoridad tiene el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia (…)”. Categórico mandato que inspiró nuestra lucha y ahora en democracia, todo demócrata le debe su cabal cumplimiento.
Acatemos las recomendación de la Comisión de Estudio de las Bases de la Reforma Constitucional, ratificado también como una de las alternativas viables por el Tribunal Constitucional y respaldados por especialistas de la materia, que en general señalan: “Que el Congreso de la República (…) declare la nulidad de la Constitución de 1993, aprobado por un Congreso Constituyente Democrático producto de un golpe de Estado y subordinado a un gobierno autoritario y corrupto; y la puesta en vigencia de la Carta de 1979”.
La otra alternativa, considerada también por la susodicha comisión y respaldada por destacados constitucionalistas y movimientos políticos, es consultar al pueblo si prefieren el retorno a la Constitución de 1979 o la convocatoria a una Asamblea Constituyente, que formule una nueva constitución.
La vía se puede concertar pero ya no podemos seguir con la constitución que no reconocemos y no nos representa.
Retomemos la línea democrática y no dejemos pasar otra oportunidad más. Solucionemos la problemática constitucional aun latente, restaurando la Constitución de 1979 como primera opción. Evitemos mayores conflictos, nuestros gobernantes cumplan su promesa y respeten la voluntad del pueblo que en las últimas elecciones generales, mas de un 54.9% apoyo el cambio de la constitución. Recuperemos la legalidad y la justicia, votando al tacho de basura el documento de 1993, de lo contrario la historia nos juzgara y quedara en tela de juicio nuestras convicciones democráticas.
Isaac Laurencio Boza
E-mail: islwboza@hotmail.com
Blog: http://ilaurencioboza.blogspot.com
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