sábado, 30 de enero de 2016

LAS HERENCIAS MISERABLES

En los 78 años de la FAJ
LAS HERENCIAS MISERABLES
Refirió Haya, en palabras premonitorias: “Los hombres de ahora en el Partido llevamos sobre nuestros hombros la carga de muchas herencias miserables de las que nosotros estamos tratando de sacudirnos; y de las que ustedes, muchachos apristas, deben sentirse completamente libres”. 
La Federación Aprista Juvenil (FAJ), baluarte y enseña del Partido Aprista, se funda en Lima, el 07 de enero de 1934 en la calle de Pobres, hoy la cuadra 10 del jirón Lampa; su antecesor directo es el SEA (Sindicato de Estudiantes Apristas) y es el embrión de la Juventud Aprista Peruana (JAP). El inspirador fue Haya de la Torre, el auspiciador Ramiro Priale y uno de los principales impulsores el joven Humberto Silva Solís. A decir de Percy Murillo, “Haya de la Torre insistía ante los jóvenes fajistas con una frase de profunda intención filosófica: ‘Para que el hombre haga la revolución tiene primero que revolucionarse a sí mismo”.
Esta fecunda organización que movilizo a miles de adolescentes, inicia su acto inaugural, con la alocución de Haya de la Torre, Ramiro Priale, Luis Alberto Sánchez, Pedro Jiménez, Susana Medrano y el “Canillita” Palomino. Luego de la intervención de la joven y magnifica oradora Susana Medrano, intervino Haya de la Torre manifestando: “Que era uno de los días más felices de su vida, al constatar que el Aprismo había entrado en la conciencia de la juventud. Y que el aprista, a pesar de todos los obstáculos, de todas las dificultades, de todos los dolores, va cumpliendo su obra, va realizando su destino, va abriendo su ruta, sin que nada ni nadie logre impedirlo. Dijo que era la juventud la que iba a realizar la obra que tantos habían soñado, que tantos habían avizorado y que tantos habían esperado, sin poder realizarla por falta de ímpetu, por falta de resolución, por falta de heroísmo, en suma, por falta de juventud”.
Refirió también, palabras premonitorias que se demandan a las generaciones de hoy, mantener viva la fe en la justicia social, luchando contra los nuevos flagelos que carcomen la sociedad y el sistema democrático, al señalar: “Nosotros los hombres de ahora en el Partido llevamos sobre nuestros hombros la carga de muchas herencias miserables de las que nosotros estamos tratando de sacudirnos; y de las que ustedes, muchachos apristas, deben sentirse completamente libres”; esto implica, reajustar la política, desterrando la corrupción y devolviendo su férrea ética. Asimismo, señaló: “Para ustedes, muchachos del Partido, la tarea es menos difícil que para nosotros, los que ya pronto seremos viejos. Ustedes encuentran el camino abierto y lo que interesa es que lo cuiden, que lo mejoren, que lo limpien y lo conviertan en una hermosa pista por donde se pueda avanzar sin tener que estar arrojando piedras a los lados”.
La célula directriz elaboró el “Código fajista” que consta de 48 artículos, divididos en 6 partes, bajo el lema incaico Ama sua, ama llulla, ama kella (No robes, no mientas, no seas perezoso). Su primer Secretario General fue Armando Villanueva del Campo, legendario luchador social y patriarca vivo del partido, quien señala a la FAJ como: “Escuela de preparación integral para la vida, la FAJ tuvo características singularmente pedagógicas. El personalismo, el individualismo males que todavía aquejan al Perú, fueron combatidos bajo el lema: ‘nada por mí, todo por una nueva sociedad justa y libre’ apotegma de la federación”.
                Eran tiempos de incertidumbre y de gran tensión, en noviembre del mismo año el general Benavides dicta la orden de captura de los dirigentes de todo el país, llenando las cárceles con miles de apristas. La juventud asumió el vigoroso rol de servir al partido y a la causa de un nuevo Perú; el primer Secretario General de la FAJ cae preso y enviado a la Isla El Frontón, lo sustituyen en la clandestinidad Humberto Silva Solís, Nicanor Mujica, Manuel Cerna Valdivia; sus mejores cuadros se consumieron en la acción, terminando presos, desterrados y muertos.   
Manuel Seoane, en un artículo escrito en 1955, señalaba: “Siempre en Perú, para vaticinar el futuro, no hubo mejor barómetro que la opinión de la juventud.